Campaña fotográfica Los desaparecidos nos faltan a todos


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Buenas tardes:

Estamos aquí, en Santiago # 126 en la colonia San Jerónimo Lídice para evidenciar lo que de alguna forma todo el pueblo de México sabe ya: que el morador de esta mansión es un asesino, represor, genocida, jefe y maestro de torturadores.

Luis Echeverría Álvarez nació en esta ciudad en 1922 y desde 1944 es miembro del PRI. Dentro de este partido llegó a ser Secretario de Gobernación de 1963 a 1969, lo que lo convirtió en el cerebro y la mano ejecutora de la matanza de Tlatelolco en 1968. Como presidente de México, entre los años 1970 y 1976, es responsable de diversas atrocidades, como la matanza de estudiantes en junio del 1971 mejor conocida como el halconazo. Durante su periodo de gobierno instituyó y consolidó la desaparición forzada de personas por razones políticas como una estrategia sistemática de represión y desarticulación de la oposición al sistema, de tal forma que fueron desaparecidas, al menos, 337 personas durante su mandato. El suyo fue el sexenio en el que más se engrosó la lista de personas desaparecidas en la historia de nuestro país. Los opositores al sistema, las mentes críticas, aquellos que querían y trabajaban por un mundo más justo e igualitario eran vistos como maléficos enemigos. Bastaba ser estudiante, maestro o incluso tener por apellido Cabañas o Barrientos para estar en su lista negra. Luis Echeverría Álvarez fue incapaz de reconocer a los mexicanos disidentes o inconformes como ciudadanos con derechos, como personas normales, como seres humanos.

Luis Echeveverría es uno de los principales autores del Terrorismo de Estado: no sólo diseñó una política represiva sino que la ejecutó junto con todos los estamentos del Estado mexicano. Este Terrorismo de Estado no ha cesado. Las enseñanzas de Luis Echeverría se han ido manifestando en nuestra historia en episodios como Aguas Blancas en 1995; la matanza de indígenas en Acteal en 1997; El Charco en 1998; el asesinato directo de opositores en los años 80 e incluso hoy, con los infames asesinatos de Digna Ochoa o Pável González. Este mismo sexenio, el de el cambio, tiene no pocos casos de desaparecidos: Quien haya pasado por la PGR en los últimos meses sabrá que una mujer está ahí, en plantón permanente, reclamando la presentación con vida de su hermano, Alejandro Martínez Dueñas.

La represión del estado Mexicano hoy, es una realidad. Se evidenció hace apenas unos días, en San Salvador Atenco, que el Terrorismo de Estado sigue siendo una práctica de represión al pueblo; una muestra de lo que el mal gobierno es capaz de hacer, una vez más, a aquellos que luchen por ese mundo más justo e igualitario. En Atenco hubo un planificación meticulosa, cerco policial, articulación de tres agrupamientos policiales para la represión, brutalidad en las detenciones, hubo violaciones tumultuarias a hombres y mujeres, negación de atención médica y legal, aislamiento y acoso a los familiares, Todo esto es lo que Echeverría ordenaba y ejecutaba en guerrero durante los setenta.

Con esto, tanto Vicente Fox Quezada como Enrique Peña Nieto y Wilfrido Robledo han quedado evidenciados como aprendices aventajados en el terrorismo de Estado. No es guerra sucia, ni excesos de unos cuantos; tampoco brutalidad policíaca ni acciones asiladas: es Terrorismo de Estado.

El señor Wilfrido Robledo Madrid, el actual jefe de la Agencia de Seguridad del Estado de México es un caso a destacar de esto que denunciamos: la continuidad en la línea de represión, el entrenamiento que hacen a sus nuevas generaciones, el paso de estafeta. Como parte de la armada y como militar naval, fue llamado a trabajar en 1970 en el Estado Mayor Presidencial como ayudante militar de Luis Echeverría... Wilfrido Robledo ayudante militar de Luis Echeverría, la línea se traza sola. Y cómo esperar otro comportamiento en su quehacer, cómo sorprendernos de la brutalidad, el cinismo, la impunidad expuesta en San Salvador Atenco, cómo vamos a castigar al aprendiz del terror si su jefe y maestro vive aquí protegido por el propio aparato que debería castigarlo.

El ejemplo es claro, Ya se revelan, ya empiezan a brillar por su horror, los nuevos cachorros de la represión, los que nunca se fueron. A ellos también les queremos decir hoy que repudiamos su quehacer; que, con la memoria y la conciencia por delante, serán los siguientes: vamos por ellos.

Sin embargo, nosotros somos otro tipo de personas, no somos como ellos. No disfrutamos con la destrucción como ellos. Frente a su destrucción, nosotros tenemos la creación, por eso, ésta es una manifestación pacífica de nuestro repudio y reclamo de justicia. La de hoy es una denuncia creativa, artística. Por eso ponemos esta instalación con zapatos frente a su puerta: para representar a todos los que nos faltan: nuestros desaparecidos, presos o asesinados por razones políticas. Ellos están hoy aquí. Su lucha y su ejemplo dejaron una indeleble huella en este país, entre nosotros. Ellos estarán siempre con nosotros. Ahora tampoco los olvidará Luis Echeverría cuando vea estos zapatos vacíos.

Las siluetas que trazamos en el piso son las de las sombras de los que nos faltan. Hoy, aquí, cada uno de nosotros proyecta su sombra: sólo faltaban las de los que están sin estar. Para nosotros, la ausencia de los desaparecidos políticos está llena de presencia. Son parte de nuestras historias familiares y son parte de esta sociedad: una parte que falta y eso deja una huella. Los desaparecidos nos faltan a todos.

El mural de papel con imágenes de la represión está aquí para que los vecinos, y toda la sociedad, sepan qué es lo que hizo este señor. Que sea obvio que no es un viejecito achocoso, sino que fue un proveedor constante de dolor y represión al pueblo al que debía proteger. Aquí quedan fotos de aquellos tiempos. Valgan también para que nos estremezcamos ante el terrible parecido que guardan con los hecho recientes de represión. Que la memoria no sea el vistazo nostálgico al pasado: hagamos de la memoria un verbo y actuemos.

Reclamamos justicia para los asesinados, los presos, los desaparecidos. El morador de esta mansión sabe quiénes eran, cuántos eran y qué ordenó hacer con ellos. Que él complete la imagen! Qué declare todas sus atrocidades! Qué pague por ellas!

Que sepa también, que nosotros no olvidamos, pero, no nos mueve ni el odio ni la venganza. No disfrutamos con el dolor de los otros como lo hacían ellos, los torturadores. Que quede bien claro: no queremos que Luis Echeverría muera. Lo queremos en este mundo todavía porque le quedan muchas causas para ser juzgado. No queremos que se vaya sin haber respondido por todas las atrocidades que cometió y que enseñó a cometer.

Desearíamos que las instituciones encargadas de proveer justicia hicieran su trabajo. Pero la verdad es que la Suprema Corte de Justicia de la Nación parece ciega y sorda ante este clamor popular. Absuelve a los represores: reviste de oficialidad una impunidad de la cual ya gozaban de por sí, exonerando a Luis Echeverría aludiendo a su edad. Pero todo el aparato del estado comparte esta táctica del encubrimiento, como reciente y cínicamente se demostró cuando desde el Congreso de la Unión derogan párrafos enteros del artículo 364 del código penal federal, quedando absueltos de la desaparición de Jesús Piedra Ibarra los pocos responsables que estaban siendo procesados: Miguel Nazar Haro, creador y maestro de torturas de la ex Dirección Federal de Seguridad, Carlos Solana Macías, ex director de la policía judicial de Nuevo León, y Juventino Romero Cisneros, ex agente en la misma corporación. ¿Qué nos queda por hacer, desde la calle, si las autoridades no castigan a estos criminales? Hay algo que hacer (siempre hay algo): hagamos de la calle su cárcel. Si el poder lo absuelve, que el pueblo lo condene! No le regalemos el buen trato que les negaron a todos los detenidos, los torturados, los desaparecidos. Impongamos sobre ellos, y sobre todos los demás responsables, una dura condena social.

Debemos recordar que la impunidad sienta las bases para una represión continuada por parte del Estado. Si hoy no castigamos a los responsables de las atrocidades que ocurrieron en el pasado, estamos dejando las puertas abiertas para que sucedan una y otra vez. Tengamos memoria; no olvidemos lo que esta gente hizo. Gritemos que lo recordamos y que por eso no dejaremos que vuelva a suceder, sembremos hoy la justicia que falta en el país y no permitamos que dentro de treinta años, los responsables de la represión de estado en San Salvador Atenco vivan en mansiones como esta, mientras la impunidad se mantenga la condena social se debe construir desde abajo, Si no hay justicia hay Escrache!

Luis Echeverría Álvarez: ¿dónde están nuestros padres; todos nuestros tíos; todas nuestras tías? ¿Dónde están todos esos estudiantes; esos profesores; esos escritores; esos activistas; esos obreros; esos campesinos? Los desaparecidos nos faltan a todos. No los olvidamos. Su ausencia es una presencia. No se deshicieron de ellos porque dejaron huella. Nosotros somos orgullosos hijos de esa generación. Seguimos la huella de su digna lucha por un mundo mejor para todos; seguimos con su misma alegría, con su mismo amor por la vida.


¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!
¡Libertad inmediata a todos los presos políticos!
¡Cancelación de las órdenes de aprehensión a luchadores sociales!
¡Basta ya de complicidad por parte del poder judicial!
¡Basta ya de impunidad en México!
¡Juicio y castigo a genocidas, represores y cómplices!
No perdonamos. No olvidamos. No nos reconciliamos.
Los desaparecidos nos faltan a todos.


H.I.J.O.S. México

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