Campaña fotográfica Los desaparecidos nos faltan a todos


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Qué es y qué hace H.I.J.O.S. México?


“Aquí y ahora, contra las innumerables desapariciones, es preciso reabrir su significado. Hay que reaparecer el horror que entrañan, el agujero negro de lo indecible, con el que sólo se hace contacto por un instante, a través de cierta palabra que ilumina de golpe el texto. Hay que reaparecer también la risa, la ironía, la burla y el absurdo, inseparables compañeras -a veces contraparte y otras complemento perfecto de lo monstruoso-. Hay que reaparecer la lucha y las resistencias, actualizando las antiguas promesas para reabrir la esperanza”.
Pilar Calveiro.








Fue el 18 de mayo de 1969, cuando detuvieron al Profesor Epifanio Avilés Rojas en Coyuca de Catalán, Guerrero. Sus captores, eran comandados por el General Miguel Bracamontes y el Mayor Antonio López Rivera. “Súbanlo y llévenlo al Campo Militar Número Uno” fue la orden del general, mientras señalaba la avioneta militar que lo transportaría a este siniestro lugar.

Desde entonces, no se ha vuelto al Profesor Avilés Rojas y a su secuestro oficial fueron sumándose uno tras otro en los últimos cuarenta años.

Así instaura Gustavo Días Ordaz, lo que pronto se expandería -cual plaga maligna- por todo el continente, así responden los malos gobiernos a las demandas justas del pueblo, así inician la desaparición forzada de personas en nuestro país.

Lo que algunos ignoran y otros tantos consideran como hechos del pasado, atribuible solo a la jauría priista y sus ignominiosas creaciones como la Dirección Federal de Seguridad, la Brigada Blanca y demás cuerpos paramilitares, así como el cada vez más desprestigiado ejercito mexicano, persiste lamentablemente hasta el presente.

Fieles reproductores del terrorismo de Estado, los panistas del “cambio” y de las “manos limpias” no solo cobijan de impunidad a sus antecesores, sino que además, cual alumnos destacados hacen de la represión su mejor respuesta ante el descontento social.

Hablar de la desaparición forzada de personas por razones políticas, nos debe llevar a reconocer en este crimen de lesa humanidad, una injuria y un agravio a la sociedad en su conjunto, que no es un hecho aislado, mucho menos producto de la casualidad o del exceso de las fuerzas de seguridad policiales, militares o paramilitares, sino más bien, como una estrategia diseñada e implementada desde las más altas esferas del poder público y como un mecanismo de control y aniquilamiento y también de escarmiento y terror social y que se tipifica como “la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes” (Artículo II de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas).

Con la desaparición forzada de personas, siembran en nuestro país una historia de horror, de saña y de sevicia gubernamental, en la que ningún ex presidente de la república -comandante supremo de las fuerzas armadas-, se salva de violar una y otra vez las leyes que juran cumplir y hacer cumplir, todos son culpables por ordenar y solapar esta práctica criminal imprescriptible, que es además, un delito continuado y permanente mientras sigan ocultando el paradero de las personas. La desaparición forzada no es un delito del pasado, pertenece al presente y se comete segundo a segundo mientras no nos digan en donde tienen a nuestros familiares.

Con la detención-desaparición de nuestros padres, nos arrebataron la oportunidad de vivir nuestro crecimiento, de compartir nuestras alegrías y tristezas, de sorprenderse de nuestros logros y descubrimientos y todo lo que hemos vivido sin la presencia física de ellos. Sin embargo, y más allá del dolor que implica su ausencia física involuntaria, siempre están con nosotros, en nuestra mente y corazón, y su presencia ejemplificante, moldea y nutre nuestro actuar, el amor por la vida, por el trabajo y por la lucha solidaria; estamos orgullosos de ser hijos de quienes somos.

En Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio sección México (H.I.J.O.S. México) nos reconocemos como hijos de una misma historia, de una causa común que nos hermana, que nos identifica.

Valoramos y compartimos la lucha iniciada por nuestros padres, su indignación ante la desigualdad y la opresión, su determinación y consecuencia, y consideramos necesario que el pueblo sepa y recuerde que varios cientos de hombres y mujeres, hoy no se encuentran entre nosotros por luchar por un país y un mundo más justo e igualitario, al que imprimieron todas sus fuerzas, y que por eso, los malos gobiernos justifican su desaparición.

Así mismo, recordamos para que la amnesia oficial no se aposente, y porque el ya para qué, sea transformado en una conciencia colectiva que no olvide ni perdone, que no se reconcilie muchos menos que justifique. Siendo la memoria enemiga del olvido, la valoramos no para un recuerdo nostálgico o de re victimización, por el contrario, la vemos como un verbo que nos lleve a la verdad y así conocer y reconocer la barbarie que en nombre de todos y de nadie se han perpetrado.

Del mismo modo, luchamos porque los desaparecidos sean presentados con vida y los responsables sean llevados a los tribunales para ser juzgados -no con un ánimo de venganza sino más bien de justicia-, y también por que no haya que agregar ni uno más a esa lastimosa lista de más de 564 desaparecidos políticos.

En este caminar, nos indigna como las instituciones de justicia y de defensa y protección a los derechos humanos validan la impunidad, al hacer caso omiso a nuestras denuncias. Sabemos que el proceso es largo y difícil, que hay que insistir una y otra vez, que así como en Argentina y Guatemala hoy se juzgan a los criminales de lesa humanidad, no es por una concesión graciosa de los gobernantes, sino que responde a la permanente lucha de los familiares -que al igual que nosotros- reclaman sin concesiones su derecho a la justicia y la verdad.

Si los desaparecedores ocultan a nuestros familiares, nosotros los llevamos a las calles y tantos lugares como sea posible, para seguir construyendo de la mano de las mujeres y hombres pequeñas en su voz pero inmensas en sus convicciones libertarias, ese otro mundo posible al que tenemos derecho.

Como diría Salvador Allende “…mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre,…” Y sí, mucho más temprano que tarde, en donde quiera que tengan a nuestros desaparecidos ¡los encontraremos! Y como dice el poema, pensado en las palabras que dirían nuestros familiares:


“Saldrás de cualquier lugar, en cualquier parte,
a recibirme y abrazarme,
y recuperaré en ese abrazo,
todos los soles que me han robado”

¡Vivos los llevaron! ¡Vivos los queremos!



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